LA MENDICIDAD
CONCEPTO
DE MENDICIDAD
Es un estado en el cual una persona habitualmente
pide limosna o solicita el favor ajeno con insistencia y humillación, podríamos
decir que si bien la mendicidad siempre ha ido asociada a situaciones sociales
de pobreza y de miseria, ésta la única causa. Para hablar de mendicidad hay que
tener en cuenta otros factores considerados también muy importantes para poder
realizar un juicio objetivo de las causas de ésta problemática. La palabra se
origina del latín mena' citas y aparece por primera vez en la lengua castellana
entre 1220 y 1250.
¿QUE
ES UN MENDIGO?
Un mendigo es una persona que depende de la caridad
espontánea de los extraños para sobrevivir. En algunas partes del mundo,
mendigar es sólo una alternativa para no morir de hambre, especialmente en el
contexto de economías pobres o de gobiernos opresores; en otras partes del
mundo, mendigar es ilegal con su asociación a las adicciones y la
irresponsabilidad. Nunca se sabe cuando tendrás que pedir ayuda a los extraños,
ya sea porque te asalten en una tierra extranjera, y necesitas dinero
suficiente para llegar a casa, o si la vida ha sido particularmente dura
contigo (como el abuso, la incapacidad, las enfermedades, la guerra), o estás
tan insatisfecho con tus opciones actuales que mendigar parece ser una buena
alternativa.
CAUSAS
DE MENDICIDAD
Se suele incidir en que las razones por las que
estas personas se encuentran en esta situación son rupturas de lazos de tres
tipos: Ruptura de lazos familiares y personales. No tienen una relación
habitual o no mantienen ya ningún contacto con su familia directa e indirecta.
Puede deberse a la muerte de uno o varios miembros, a una pelea familiar, a la
distancia que les separa, a una adicción, a una enfermedad o trastorno físico o
mental, etcétera. Ruptura de lazos laborales. Las personas sin hogar no tienen
empleo o no tienen un empleo fijo que les proporcione ingresos estables.
Aunque, probablemente, lo tuvieron. Se calcula que un 10% de estas personas
tiene incluso estudios universitarios. Ruptura de lazos sociales. La persona
sin hogar (antes o después de serlo) puede perder sus amigos o puede tener
dificultades institucionales (problemas judiciales o con la policía). Puede ser
un proceso gradual o una ruptura brusca porque sus amigos le den la espalda al
no aceptar su indigna situación. En psicología suele denominarse a estos
acontecimientos "sucesos vitales estresantes". Se trata de rupturas
que pueden y suelen caracterizarse por tres rasgos: Son encadenadas, es decir,
una ruptura puede conducir a otra. Por ejemplo, la pérdida del trabajo puede
provocar que la persona pierda los lazos familiares o, a la inversa, una fuerte
ruptura familiar (por una muerte, una pelea, un maltrato, una adicción) le
lleva a la persona a perder también el trabajo por no poder realizarlo
correctamente debido a sufrir una profunda depresión. Son traumáticas. Provocan
un alto sufrimiento psicológico en la persona, de manera que su voluntad puede
verse de tal manera debilitada que no encuentra motivación para volver a
rehacer sus lazos y llevar una vida digna. Además, la vida en la calle suele
agravar aún más esta apatía. Son bruscas. Puede que la persona haya vivido
varios grandes traumas encadenados y alejados en el tiempo durante su vida, pero
probablemente uno de ellos le lleva directamente a la calle. Es decir, vivir en
la calle no es algo meditado, sino una solución precipitada para alejarse del
dolor o la única opción tras ser expulsada de su lugar de residencia habitual.
LA
MENDICIDAD COMO PROBLEMA SOCIAL
Es un fenómeno asociado a la pobreza, la indigencia,
el desempleo, la miseria y en fin a la falta de los recursos necesarios de una
gran parte de la población, para proveerse de la subsistencia. El
desplazamiento forzoso, el desempleo, la droga y la crisis económica han
provocado en los últimos años un crecimiento de la mendicidad siendo ahora los
protagonistas más importantes, aunque no los únicos, los niños. En las
principales ciudades vemos por la calle una cantidad alarmante de personas en
situación de indigencia que acuden al llamado rebusque y a la mendicidad para
poder vivir. Es sumamente alarmante el fenómeno de los niños de la calle, que
insólitamente se ha convertido en cotidianidad y que los ciudadanos miramos en
el mejor de los casos con impotencia, compasión o indiferencia, cuando no con
desprecio, cólera o repulsión, hacia los mismos niños.
MENDICIDAD
MUNDIAL
La mendicidad es un “problema” que se encuentra en
cualquier tipo de sociedad, aunque para muchos se diga es la más perfecta, esta
siempre tendrá alguna personas que lastimosamente no tiene los medios
suficientes para satisfacer sus necesidades básicas. Aunque seguramente si eres
un poco “vivo” vas a estar pensando seguramente en la cantidad de personas que
van a pedir dinero en las calles a pesar de que no lo necesiten para nada. Este
es uno de los problemas más grandes que ocurren en nuestro país, ya que ciertos
personajes salen a las calles todos los días a pedir algunas monedas, y si les
hacemos alguna buena investigación son personas que poseen un buen carro, y una
vida en la que no necesitan hacer este tipo de cosas.
Se podría deducir de lo anterior que lo hacen por
deporte, haciendo que personas necesitadas de esa ayuda que pocos dan sea dada
de mala gana en ciertos casos, y prácticamente siempre con un sentimiento de
culpa. Por otro lado existen los reconocidos consumidores de psicoactivos o
droga, los cuales se podría decir que son unos maestros a la hora de pedir una
limosna, su poder de la palabra y de molestar a la persona son increíbles, porque
prácticamente siempre sus trucos les salen tal cual lo esperan consiguiendo la
moneda por la que tanto trabajaron. El objetivo del articulo es demostrar el
grave trato al que es llevado la limosna, donde personas necesitadas se ven
afectadas en su reputación por personas con pocos escrúpulos que hacen creer en
la mente de la mayoría de personas que todos los que piden algún tipo de dinero
en la calle son aprovechados. Uno de los principales problemas es que este tipo
de prácticas se podría decir que aumenta el desempleo y por sobre todo
incrementa el consumo de drogas en el país.
ECONOMÍA Y MENDICIDAD
La mendicidad es producto y consecuencia, entre
otros factores, de la marginación económica. Aun siendo una actividad
improductiva y parásita está inserta en el sector de la economía como la más
residual y precaria. En la situación de paro elevado y prolongado que sufre
nuestro país, la mendicidad se ha reproducido con rapidez generando unos
niveles de actividad entre cuatro y seis veces mayores que los existentes a
finales de la década de los 90, si bien es necesario advertir que los grupos
mendicantes son nómadas, dispuestos a desplazarse a cualquier lugar, con un
sentido de la provisionalidad muy fuerte. La limosna constituye un fenómeno
reproductor de la mendicidad, en tanto que posibilita un efecto continuista.
Las personas que donan limosnas satisfacen la necesidad momentánea del mendigo,
y, al mismo tiempo, favorecen su conciencia personal. En muchos casos, la limosna
no es más que un remedio contra la “vergüenza ajena”. Se da limosna y se libera
el remordimiento de conciencia. Estimamos que muy comúnmente, en esa piedad del
limosnero hay no poca hipocresía y siempre una concepción del mundo, según un
tal orden preestablecido, que, “como pobre que no va nunca a dejar de serlo,
hay que ayudarle”.
MENDICIDAD
INFANTIL
Los padres hacen profesionales a los hijos en el
arte de la mendicidad, cumpliendo los menores una función de seducción sobre la
actitud de los ciudadanos. La presencia de la mujer con niño es más elocuente,
más sensible para el reclamo social de la limosna, por ello, la representación
de las mujeres en el ejercicio mendicante es mayor que la de los varones. Esta
desproporción que ya es importante en el caso de los payos se agudiza más aún
en el caso de los gitanos, en los que la población masculina apenas participa
en la mendicidad. Los niños, últimas víctimas de la manipulación familiar, son
el grupo sobre el que se sustenta la mendicidad organizada. Más del 60 por
ciento de los mendigos españoles son menores de 16 años. El componente infantil
en la mendicidad familiar es preponderante, es el elemento básico que activa la
atracción de la limosna, por ello, se explota, especialmente, a los niños de
edades comprendidas entre los dos y los cinco años, e incluso, a los niños en
edad lactante pues facilitan más todavía la actitud lastimera. La marginación y
subdesarrollo infantil devienen de una marginación y subdesarrollo anterior,
localizado en la familia. La problemática del menor es por tanto una
problemática de raíz familiar y es en el grupo doméstico donde deben centrarse
las medidas preventivas.
Para ello, se hace menester superar las ideas del
siglo XIX, que dieron lugar a las quejas lastimeras; tan simples y estériles,
como aquellas de la copla que oímos cantar en la niñez: “Pobre mujer, me das
pena / cuando me pides limosna, / teniendo un niño en los brazos / que,
mientras tú pides, llora. / Mientras tu pides él llora, / diciéndote de
continuo, / que antes de pedir por ti, / antes pidas por tu hijo”.
Por
Cristhian Tanguila.
Algunos mendigos lo son voluntariamente, algunos incluso puede que sean felices, pero la gran mayoría lo son porque cayeron en el desastre. Somos muy frágiles, si la vida se tuerce podemos pender de un hilo.
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